La muerte del comendador (Libro 1) by Haruki Murakami

La muerte del comendador (Libro 1) by Haruki Murakami

autor:Haruki Murakami [Murakami, Haruki]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2017-05-03T16:00:00+00:00


* * *

Por más que miraron y remiraron, los trabajadores no encontraron nada, ni un mecanismo oculto entre las paredes de piedra ni nada parecido. Era un simple agujero de forma cilíndrica, con un diámetro de un metro ochenta y una profundidad de dos metros ochenta, rematado por paredes forradas de piedra. Tomaron todas las medidas del agujero, subieron la excavadora al camión y se marcharon de allí con todas sus herramientas. Allí solo quedó un agujero abierto en el suelo y una escalera metálica. El supervisor tuvo la amabilidad de dejarla allí para que bajásemos si queríamos. También colocaron unos cuantos tablones en la boca del agujero para que no se cayera nadie dentro por accidente, y los aseguraron con unas cuantas piedras. La reja que lo cubría originalmente pesaba demasiado y la dejaron en el suelo cubierta con un hule de plástico.

Menshiki le pidió al supervisor que no hablase con nadie de aquello. Dijo que se trataba de un hallazgo arqueológico al que no quería dar publicidad antes de presentarlo oficialmente. El hombre estuvo de acuerdo. El asunto quedaría entre ellos y así se lo haría saber a los demás.

Cuando se marcharon, el silencio reinó de nuevo en la montaña, y el pozo adquirió el aspecto de una dolorosa herida tras una complicada operación. Las frondosas hierbas estaban pisoteadas, echadas a perder, y en el suelo húmedo de tierra oscura se veían las marcas de las orugas de la excavadora. Había escampado, pero el cielo seguía cubierto con una monótona capa gris sin fisuras.

Mientras contemplaba las piedras amontonadas un poco más allá, sentí que no debería haber hecho aquello. Tendríamos que haberlo dejado tal cual. Pero, por otro lado, era evidente que no me quedaba alternativa. No podía seguir oyendo noche tras noche ese ruido sin hacer nada. Sin embargo, de no haber conocido a Menshiki nunca habría descubierto aquel lugar. Se dio la circunstancia de que conocía a alguien y de que él asumía el coste, que, por cierto, no tenía ni idea de cuál iba a ser.

¿De verdad era todo producto de la casualidad? Conocer a Menshiki primero, descubrir ese lugar después, ¿se trataba solo de coincidencias? ¿Acaso no encajaba todo demasiado bien? ¿No había tras ello algo parecido a una trama? Regresé a casa con Menshiki sin dejar de hacerme todas esas preguntas para las que no tenía respuesta. Él llevaba en la mano la campanilla. No la soltaba, como si quisiera desvelar algún mensaje cifrado. Nada más entrar en la casa me preguntó:

—¿Dónde la dejamos?

No tenía ni idea. No se me había ocurrido pensarlo. De momento, me pareció bien guardarla en el estudio. No tenía ganas de estar bajo el mismo techo que aquel objeto misterioso, pero, al mismo tiempo, no me parecía bien dejarla fuera. Puede que fuera un objeto budista importante, que tuviera alma. No podía tratarla de cualquier manera, y la opción del estudio, una especie de zona intermedia, me pareció la mejor. Al fin y al cabo, esa habitación tenía un aire solitario como el de la celda de un monje.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.